miércoles, 3 de febrero de 2016

SERIE - LIBRO DE NO FICCION: "Cazadores de Microbios" de Paul de Kruif


Ahora un poco de ciencia, pero de una forma muy amena: Los Cazadores de Microbios de Paul de Kruif un libro escrito en 1926, durante una época donde el mundo aún luchaba contra sus microorganismos. Aún lo hace pero la humanidad - o al menos algunos de sus hombres y mujeres -  ha logrado algunos éxitos.

La Ciencia como cualquier actividad humana tiene épocas. La Filosofía las ha tenido. Por supuesto la Música, la Pintura, la Literatura y el Arte en general así como tantas otras áreas que siguen la evolución de la sociedad sus necesidades y gustos.

Las necesidades de la Ciencia, de la Medicina en particular a principios del siglo XX entre otras cosas, seguían siendo como siempre lo habían sido, encontrar la solución para que las personas no murieran por infecciones. Despúes vendría la carrrera por los antibióticos, luego la biología molecular a partir del descubrimiento de la estructura del ADN, la década del cerebro, la era genómica y la medicina regenerativa con base en el conocimiento de las células troncales. 

Pero a principios del siglo XX la búsqueda seguían siendo los microbios. La 1ª Guerra Mundial además de las muertes por balas y como consecuencia de las atroces condiciones de las trincheras arrojaba una cuota nada despreciable de muertes por gérmenes.

Muchos eventos legendarios daban cuenta en el mundo, comenzando por Europa de plagas que arrasaban con poblaciones completas en un tiempo donde la palabra ‘microorganismo’ ‘bacteria’ ‘virus’ hubiera sido tan extraña como cualquier otro espíritu demoníaco al que se pusiera nombre.

Los aventureros sin embargo han poblado el mundo en todos los lugares a lo largo de la historia, curiosos por descubrir y explorar lo desconocido suben montañas, atraviesan ríos, se pierden en bosques, conquistan territorios, descubren nuevas tierras… o salen a cazar microbios.

Paul de Kruif como bacteriólogo que era conocía muy bien la historia de esta área de la ciencia, de la Biología y la Medicina en particular por lo que sus descripciones del descubrimiento de algunos de los microorganismos patógenos mas relevantes hasta ese momento podrían haber estado llenas de términos técnicos, largas y tediosas metodologías y conclusiones grandilocuentes respecto al gran beneficio que los hombres de ciencia habían brindado a la humanidad con sus descubrimientos.

No obstante de Kruif también era un buen escritor y gran narrador y la idea de hombres de ciencia en búsqueda de seres minúsculos causantes de enfermedades le parecía mas bien una empresa de grandes guerreros, no solamente de excéntricos de laboratorio.

Por lo tanto en su libro emprendió la tarea de contar las grandes epopeyas de la caza de microbios con las dificultades intelectuales, técnicas e incluso éticas y morales que representaba, llevada a cabo por hombres admirables por su talento y su habilidad pero no exentos de idiosincrasias y particularidades que le dan a cada una de las empresas un tono completamente humano al tiempo que hacen más entrañables los logros de los temerarios.
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Cazadores de Microbios narra la invención del microscopio por Leeuwenhoek, la disolución de la creencia en la generación espontánea por Spallanzani, la teoría bacteriana de Pasteur o el descubrimiento del bacilo que produce la tuberculosis por Koch solo por mencionar algunas de las bellas y emocionantes historias con las que deleita al lector, abordando además rasgos íntimos – y en más de una ocasión muy poco convencionales – de cada uno de los científicos reseñados, al grado tal que Sir Ronald Ross ganador del Premio Nobel de Medicina por su descubrimiento del gérmen que produce la malaria estuvo a punto de demandar a de Kruif por estar en desacuerdo en la forma como había sido representado en el libro, ocasionando que se eliminara el capítulo donde se hablaba de él al menos en la edición británica.

Este libro sin duda es un tesoro para los científicos en particular aquellos interesados en la microbiología, pero su lectura exenta de tecnicismos, llena de pasión, descubrimiento y humanidad debería ser extensiva para todos aquellos amantes de las historias de aventuras.

martes, 2 de febrero de 2016

SERIE - LA HISTORIA DETRAS DE UN HAIKU: 'Jackie'

Jackie tenía 2 años y hablaba muy poco. Es difícil decir si había aprendido palabras o no. Pero no las utilizaba. Años después sigue siendo una persona que no se explaya en el discurso. Tanto entonces como ahora se lo atribuye a que “no habla cuando no tiene cosas interesantes que decir”. Parece una buena filosofía.

Cuando era pequeña, aun a pesar de su falta de palabras, sabía expresarse y conseguir lo que necesitaba y sus papás casi siempre sabíamos que quería, cuando, donde y como. Aunque a decir verdad no podría decir que sabíamos como se sentía.

A esa edad vivió o vivimos para ser precisos nuestro primer proceso traumático como familia. Mi esposa que es médico familiar cursaba el ultimo año de la especialidad y como parte del programa de formación debía cumplir con un período de seis meses de actividad en campo.

Para nosotros eso representaba que tendría que mudarse a casi mil kilómetros de donde vivamos. Viajaría a Ocosingo, Chiapas. La frontera sur mexicana. Un lugar a medio civilizar, cuna de un reciente levantamiento armado en aquel entonces y a 12 horas de marcha ininterrumpida en automóvil desde nuestro lugar de residencia.

Ella no podía evadir el compromiso y yo no podía abandonar los estudios de maestría en los cuales me encontraba a la mitad del camino. Fué nuestra primera separación, involuntaria, pero eso no quitaba el desconcierto.

¿Y la niña? Jacqueline que era nuestra primogénita y hasta ese momento nuestra única hija, viajó con su madre y su abuela que las acompañó para apoyar a mi esposa con la niña, durante las guardias forzosas que debería realizar cada tercer día.

Era triste que nos separáramos siendo Jackie tan pequeña, pero hubiera sido injusto y cruel separarla de su madre a esa edad.

El proceso fue difícil por mas de una razón, la distancia, el dinero, la separación, etc. Pero al final de cuentas concluyó para beneplácito de todos.

Y cuando Jacqueline regresó 6 meses después era una niña con un vocabulario enorme, al cual había contribuido sin duda alguna la cercanía y los juegos con su abuela, y el contacto con otros adultos vecinos del lugar. Pero no solo era el vocabulario, era su mirada mas profunda, podría decir más madura a riesgo de parecer exagerado. Amor de cuervo. Y sus reflexiones, aunque infantiles, hablaban de que para la niña el horizonte se había expandido mil kilómetros hacia el sur o al menos dentro de los hemisferios cerebrales.

Pienso que la niña debió darse cuenta de la necesidad de expresarse de otra forma distinta a como lo había hecho hasta entonces cuando estaba segura y cómoda en la cápsula de protección de sus padres. Era mi niñita, seguía siendo pequeña, seguía siendo inocente pero se que entendía más detalles de la vida. No es que tuviera aires de adulta - no me gustan los niños adultos - es que uno sabía cuando hablaba con ella que si no comprendía, al menos guardaría las palabras por un tiempo hasta poder digerirlas.

Lo que siguió a ese regreso fue un despertar de entusiasmos, inquietudes, preguntas, pensamientos en paralelo a su ingreso al preescolar. En ese momento recuerdo maravillarme con la radiante luz que reflejaba esa niña hasta hacía muy poco tan reservada para hablar. Y para mí mas que la evolución natural de las habilidades cognitivas derivadas del neurodesarrollo era evidente que Jacqueline a tan corta edad había sabido sortear una situación compleja de la familia y había madurado. Salió avante de su primera tribulación familiar y cuando la veía, además de ver a mi pequeña veía también a la promesa apenas en capullo de lo que sería una mujer independiente mas tarde.


JACKIE
Hermosa niña,
mujer inteligente
en primavera.

viernes, 29 de enero de 2016

Verborrea. Ejercicios


Según el consejo del experto solo debería seguir el impulso de sentarse a escribir y escribir con la finalidad de llegar a un cuento extraordinario, no necesitaba corregir solo dejarse llevar, la edición la haría al final del escrito pero mientras tanto el ejercicio debería ser solo el de teclear, teclear y teclear,  cada vez con mas vigor con mas energía, no golpear las teclas por hacerlo sino adoptar un ritmo casi mágico como bailando, respirando en las teclas,  transpirando las ideas no solo sobre la máquina, sino a través de sus dedos, de las puntas de sus pulpejos invocando los pensamientos mas alocados y encubiertos de su alma, aquellos que una vez a flote generarían inclusive escalofríos a el mismo y a sus lectores, porque a pesar de querer mantener la conciencia en este ejercicio, la velocidad de la escritura dejaría exhalar los matices mas recónditos e inexplorados del inconsciente, aquellos que verdaderamente brindarían placeres y estremecimientos psicológicos.
Un cuento de ciencia ficción, o de terror o de enigmas tal vez, sin embargo no algo que fuera convencional, romántico, comercial o trivial esto podría ser tomado como una vulgaridad y una vulgaridad no tendría valor ante un editor, ante los lectores, pero sobre todo ante si mismo. La idea era generar un escrito que resultara valioso por fuera y por dentro, que fuera bello en cada textura de las palabras, que tomarlo produjera un éxtasis al verlo convertido en libro,  el encuadernamiento perfecto, las pastas suaves o duras pero hechas por una editorial formal. Algo que denotara el esfuerzo de haber sido revisado, analizado, y aprobado por terceros, no importando que el editor o la editorial no fuesen grandes o famosos, pero que significara un compromiso al aceptar por válido un texto procedente de un extraño, una prosa digna de generar sentimientos álgidos, cualesquiera que estos fueran…

miércoles, 27 de enero de 2016

SERIE – ESCRIBIENDO ‘FLOR DE CANELA’: Cómo surgieron los elemento de la historia


Ya he contado en posts previos que descubrí la convocatoria para el 2º Concurso Literario de Autores Indies organizado por la Tienda Kindle de Amazon, cuando a este le faltaba un mes para finalizar.

He descrito también que escribí Diamante Ajedrez mi primera y única novela hasta el momento 29 años atrás y que dicho escrito nunca se publicó y siempre mantuve la intención inconclusa de revisarla o reescribirla.

El concurso en puerta revivió en mí el deseo de tomar de nuevo el tema de Diamante Ajedrez. No obstante esa historia de ciencia ficción que en la adolescencia me pareció atractiva, adolecía de graves fallas en los personajes, en el diseño de los ambientes, en la estructura de trama y le sobraban demasiadas hojas, entre otros muchos defectos que le encontré.

La historia sin embargo mantenía un tema que para mí fue central en aquel entonces y lo seguía siendo ahora: la idea de portales abiertos a otras dimensiones.

En la narración de Diamante Ajedrez el tema del paso a otra dimensión lo solucioné “haciendo” atravesar al protagonista por un agujero negro viajando en una nave espacial a la velocidad de la luz. Pero en este momento de mi vida tenía demasiadas limitaciones “científicas” para poder justificar un escenario de ese tipo.

Además de eso no me sentía ya motivado para escribir ciencia ficción, demasiadas explicaciones a mi parecer. Pero el portal, ese seguía en mi cabeza. La idea cambiar los cuerpos, la materia, en el tiempo y en el espacio siempre me fascinó. Recuerdo imaginar una compuerta que se abría debajo de mi cama cuando era pequeño por supuesto cuando los adultos no estaban presentes, en la cual mi hermano y yo descendíamos a un universo paralelo lleno de juguetes. No recuerdo si de dulces también pero sí todos los juguetes imaginables, dispuestos en anaqueles interminables. Nunca me detuve a indagar de donde podría haber provenido la luz que llenaba el espacio con colores claros y brillantes pero no era un lugar subterráneo en ninguna forma.

Decidí no revisar Diamante Ajedrez. No para este concurso, no todavía. Pero tomé el tema de los portales como una de las piezas del rompecabezas que estaba por armar.

Dicen que uno escribe en gran parte lo que vive y que los personajes protagónicos o antagónicos y también los secundarios, nacen de nuestra personalidad, seamos conscientes de sus rasgos o no. En la gran poción que comenzaba a cocinarse en el caldero de mi mente, fueron cayendo además de los portales provenientes de Diamante Ajedrez experiencias que había vivido en mi pasado próximo.

Primero los lugares, aquellos que amo. No todos y no en orden: Pátzcuaro, Michoacán, México; Boston, Massachusetts y París, Francia.
Luego yo a mitad del camino, mi pretexto: el poco tiempo que tenía para escribir. Supongo que en realidad es que aún no me desteto de mi mismo. Creo que los escritores maduros lo han hecho ya, al menos lo saben hacer y pueden desprenderse y ver a otro desde lejos o desde cerca pero como un tercero, un ojo visor que no se involucra, alguien que toma la personalidad del prójimo y la somete a la disección bajo el microscopio de la imaginación literaria. Quizás esos escritores, los profesionales regresen de cuando en cuando a sí mismos pero tienen la habilidad para desdoblarse, para penetrar en la mente y el cuerpo de los demás y a veces inclusive para desarrollar el don de la ubicuidad.

No es aun mi caso.

Soy médico y debería – o se supone que debería – entender al ser humano mejor que otras personas. Pero soy mas bioquímico que clínico creo y tiendo a descomponer en partes en lugar de integrar en sistemas. Tengo la esperanza de mejorar con el tiempo pero por ahora, los personajes aun los hago de plastilina como en el kinder. Tienen una bola que representa las cabeza, un cilindro para el cuerpo y cuatro palitos para los miembros. Hablan poco, les cuesta trabajo armar frases largas y definitivamente aún no dialogan.

Si los exprimiera la bola de la cabeza quizás extraería uno o dos pensamientos profundos, pero las charlas que mas se disfrutan al leer son las de café, los pensamientos profundos están bien para los filósofos y a mi me gustaría que me leyeran como novelista. Demasiadas pretensiones.

Por lo tanto el monigotito que me sale mejor soy yo mismo. Y cuando me veo de lejos me choca un poco el parecer narcisista o egocentrista, pero creo que también tengo cosas interesantes que contar por lo que tomé prestadas varias de las experiencias de mi vida para ponérselas al personaje principal. Al final se parecería un poco a mí, pero podría comenzar a desprenderme si lo describía como alguien mas.

A ese personaje lo construí con aquellos rasgos me resultaban mas familiares. Era mi hijo y a los hijos voluntaria o involuntariamente los esculpimos a nuestra imagen y semejanza.

Este hijo viviría la experiencia de los portales, en los sitios que mencioné. Además la historia era la oportunidad para hablar de mis controversias, las dualidades que me parecen tan interesantes y las cuales disfruto. Ciencia y religión, judíos y cristianos, cultura provincial mexicana y Nueva Inglaterra. Y como colofón un tema que ya he mencionado, la música como una muletilla que me acompaña. Tal vez como un deseo reprimido de mi cerebro por aprenderla.

Quizás eran demasiados elementos, quizás muy disonantes, quizás muy difíciles de combinar. Pero me habían entusiasmado y comenzaban a engranarse como piezas de un mecano.

En el siguiente número describiré como fui decidiendo cada uno de los temas que incorporé a mi maqueta para escribir una historia.

martes, 26 de enero de 2016

SERIE – LIBRO DE FICCION: "El Conde de Montecristo" de Alejandro Dumas


¿Qué puede decirse del Conde de Montecristo que no se haya dicho ya? Probablemente muy poco porque este libro que fue publicado por Alejandro Dumas padre en el año de 1844 ha tenido innumerables traducciones, se reedita constantemente y ha sido una lectura obligada en diversos cursos de literatura universal en todos los niveles escolares en una gran cantidad de países.

Se han creado versiones en dibujos animados de esta historia y las versiones cinematográficas no son pocas, aunque no necesariamente exitosas y según mi opinión particular varias de ellas muy lejanas al sentido real del texto original.

Brevemente, este libro narra una parte de la historia de Edmundo Dantés, un marino francés cuya vida se ve alterada por entregar un mensaje secreto del cual el mismo desconoce el contenido y remitente, que postre resultaría proveniente del mismo Napoleón Bonaparte en un tiempo en donde ya sus enemigos realistas comenzaban a cerrar el cerco para derrocarlo y regresar al trono de Francia a la rancia aristocracia.

Este acto inocente de Dantés y la traición que lo delata, le vale ser arrestado y eventualmente sentenciado sin juicio previo a una prisión injusta e inhumana en el Castillo de If.
Castillo de If

Es en dicho castillo donde conoce al abate Faria, quien será su mentor durante todos los años que comparten la reclusión. El abate lo ilustra con profundidad en una vasta cantidad de los conocimientos que se consideraban suficientes en un erudito de aquella época. Además de ello le revela un secreto al morir sobre una isla que contiene un tesoro y le indica la localización del mismo.

Mediante una astuta maniobra Edmundo Dantés se intercambia por el cadáver de su amigo y mentor que es arrojado al mar desde lo alto del castillo para escapar por obra casi de un milagro de la muerte casi segura que hubiese representado el estrellarse en los peñascos que sostienen la prisión al ser empujado por el bravo oleaje.

De ahí comienza tanto la expedición que Edmundo Dantés organizará con algunos ayudantes para recuperar el tesoro anunciado por Faria, de la isla de Montecristo. Dantés toma el nombre de la isla para crearse un título nobiliario ficticio que junto con la gran erudición que adquirió bajo la tutela del abate y su repentina fortuna, le ganan la admiración de la sociedad francesa de su tiempo.
Escudo de Armas (Alexander Liptak)

Edmundo Dantés ahora Conde de Montecristo aprovecha estas circunstancias para moverse de manera misteriosa y seductora a la vez, con el fin de saber que fue de sus seres queridos a los que dejó de ver súbitamente cuando fue apresado, quienes lo traicionaron y quizás de manera más persistente sobre toda la obra, como fraguar una venganza contra quienes cortaron de tajo sus aspiraciones como marino, lo alejaron de su familia y de su novia Mercedes y lo refundieron en una oscura y mísera prisión sin tener culpa alguna.

Hasta aquí el resumen.

El Conde de Montecristo es un clásico pero ¿cuál es la razón de que lo sea? Un clásico es algo que puede ser tomado como modelo. Y este libro puede ser un modelo en mas de un sentido.
Dumas describe de manera muy detallada como si nos pintara un cuadro o mejor aún nos exhibiera un video, la situación social, política, jurídica, humana de una época convulsa en la cual Francia y Europa entera después de la revolución de 1789 no acertaba a decidir aún que tipo de gobierno sería el mejor para ellas. Pero además reflejaba los sistemas de las instituciones y de la sociedad en la dolorosa transición del despotismo ilustrado al siglo de las luces.
Sus aventuras son variadas y extraordinarias y llevan al lector a los extremos de repeler situaciones que detestaría vivir como el hecho se ser prisionero sin juicio en un castillo situado en una isla viviendo años recluido en condiciones infrahumanas; hasta el extremo opuesto de anhelar la posición de poseer sabiduría, riqueza, elegancia y la admiración de la sociedad mas refinada de la época.
El rasgo quizás mas característico o al menos el mas conocido y difundido es el de la venganza, por el cual ha ganado muchos detractores en cierta forma hipócritas porque lejos de moralismos,  todos en nuestro interior hemos ideado alguna vez alguna de las estratagemas del Conde para hacer pagar a aquellos que consideramos nos han ofendido de alguna manera. Que no lo llevemos a cabo por convicciones personales morales, éticas o religiosas es distinto.
Por supuesto el hecho de encontrarse repentinamente dueño de una fortuna incalculable nunca antes vislumbrada es un poderoso recurso literario del cual han hecho uso autores antes y despúes de Dumas pues apela a uno de las motivaciones más básicas y primarias de los seres humanos, quizás entre otras cosas como la venganza ¿Cuántas personas no se han imaginado de pronto recibiendo la noticia de que encontraron un tesoro en el jardín, se ganaron la lotería o recibieron una herencia? El pasaje es una recreación imaginaria que se nos presenta como un espejo de nuestra propia conciencia.
El Conde de Montecristo es materia de estudio no solamente como novela clásica de aventuras sino como una obra de arte que es necesario disecar, analizar, descomponer, reconstruir. La trama es compleja y con ella se pueden trazar maquetas adaptables a otros libros o a guiones cinematográficos.
El número de personajes es muy rico y sus relaciones alambicadas requiriendo para su comprensión de un mapa cuya planificación se antoja premeditada y concienzuda. En cualquier caso lo que se intuye es la planificación de un trabajo de relojería para organizar la información y luego platicarla de manera ligera en una obra que mas de una vez fue calificada como “folletinesca”.
Pero más allá de cualquier interpretación, calificación y análisis El Conde de Montecristo es un libro que despierta muchas emociones. Es difícil permanecer impávido mientras se recorren sus hojas y no obstante en esa virtud está su trampa, la de sumergirse en la aventura y perder detalle de un hecho que se subestima y sin embargo recorre la obra, le sirve de columna vertebral y al final lo redime de cualquier crítica superficial.
Un hombre – cualquier hombre o mujer – se ve expuesto a una situación desventajosa extrema y lejos de sucumbir se adapta a sus circunstancias aun habiéndolo perdido todo. Permanece atento y esperanzado y tal vez ese estado mental o las plegarias al cielo lo ponen ante una oportunidad de crecer. Se aferra a ese único recurso para no perder la cordura pero quizás también porque reconforta su ser interior. Probablemente algo le dice que debe mantener el carácter incólume para sostener su fe en lo impensable ¡Y lo impensable ocurre finalmente! Proveyéndole de recursos y recompensas que no se habría imaginado en sus sueños más descabellados.

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Si le quitamos al Conde de Montecristo la parte de la venganza que a muchos desagrada es un himno a la reconstrucción del hombre, una especie de Ave Fénix que después de arder renace de sus cenizas siempre que mantenga el fuego encendido en ellas.
En este libro hay sorpresa, dolor, injusticia, traición, aventura, incertidumbre esperanza, recompensa, venganza, gozo, castigo, arrepentimiento. Pero al final lo que nos lleva a cerrar el libro con nostalgia y a envolver la exaltación del corazón con la reflexión de la mente es su ultima frase:


¡Toda la sabiduría humana se resume en dos palabras: confiar y esperar!

viernes, 22 de enero de 2016

SERIE – ESCRIBIENDO ‘FLOR DE CANELA’: Diamante Ajedrez


Diamante Ajedrez fue una novela que escribí durante la preparatoria. Mi primera novela. O un intento de novela.

El último año de la preparatoria estuvo lleno de emociones encontradas. Era el año en que llegábamos a la cumbre de un sistema marcado por las jerarquías. Éramos los “Dioses del Olimpo de la Academia”.

Pero ese año comenzamos con el pie izquierdo, pues aquel que era nuestro líder, el abanderado de la escolta, el comandante del cuerpo de cadetes moría no bien comenzado el curso. Un accidente automovilístico cegó su vida y la de otros miembros de su familia. El manejaba. Y era muy loco para manejar. Los detalles los supimos a cuentagotas y como suele ocurrir con mensajes que se filtran mediante intermediarios, cada interpretación contribuyen a tejer las fantasías.

El día de su muerte nuestra generación lloró. Los Dioses del Olimpo agacharon la cabeza y no pudieron ni siquiera brindar un digno paso dragón en honor del compañero, del amigo.

Con esa funesta noticia a cuestas entramos al salón y en el pizarrón una frase nos recibía de frente: “Aquel a quien los Dioses aman, muere presto…” Con ese extracto modificado de “Los niños mártires de Chapultepec” de Amado Nervo, trataba de reconfortarnos el Profesor Mario Julio del Campo Villarreal, una leyenda de la Academia Militarizada “México” quien a la postre se convirtió en mi mentor y mi amigo.

El Profesor del Campo - como lo llamábamos habitualmente-, era un erudito en toda la regla, uno de esos sabios que se ven ya poco en cualquier parte. Bajo su cargo quedaron cuatro asignaturas que cursaríamos ese año: Literatura Universal, Literatura Mexicana e Iberoamericana, Inglés y Taller de Investigación y Redacción.

Sus clases nunca fueron clases formales. Eran tertulias llenas de anécdotas, chistes, albures - los verdaderos retruécanos de la lengua, casi siempre en sentido sexual para humillar la virilidad ajena “no se puede alburear a una mujer decía el”-, pero también muchas letras en su mejor sentido, e historia con una profundidad excepcional pero con una amenidad sorprendente, todo ello mezclado con el aire de un aristócrata anacrónico en más de un sentido, amante de la belleza, del buen gusto y muy exigente con la ética militar.

Dos años antes de la aparición en el cine de “La Sociedad de Los Poetas Muertos”, nosotros ya habíamos tenido nuestra rebeldía contra dirección de la escuela por algún asunto que ahora es difícil de recordar, nuestro Mr. Keating en la figura del Prof. Del Campo y de alguna forma nuestro Neil muerto aunque por razones distintas. Quizás hubo también algún Nuwanda y otros personajes por el estilo.

Lo que no hay duda es que fue un año de letras, aun para aquellos que nos llamaba la biología, la física, la química o las matemáticas. Y en ese ambiente comenzaron a florecer entre nosotros algunos talantes, pocos talentos y muchas copias forzadas. Uno de esos talentos fue un compañero mío – podría decir amigo pero no lo fue en realidad – que tenía una pasión por Star Wars desde siempre y escribió una novela de ficción cuyo destino a la postre desconozco, pero influyó en otros o al menos en mí para imitarlo.

Napoleón decía que la historia está llena de pocos originales y muchos ecos. Yo al menos en ese momento fui un eco. Me ilusionaba la idea de escribir un libro, que fuera editado, que llevara mi nombre. Quería sostener un volumen que contara una historia escrita por mí. Jorge – así se llamaba el autor de libro – ya me había mostrado que se podía, aún teniendo 17 años.

A este deseo se añadió la coyuntura de una convocatoria para participar en un concurso literario organizado por un periódico – Novedades – y una editorial – Diana – con una obra inédita de al menos 100 páginas de extensión.

Así inició mi primera aventura con la escritura, tecleando por las noches una historia también de ciencia ficción, como si esta fuera la tendencia natural de pseudo-escritores pretenciosos e imberbes. 

Diamante Ajedrez fue un nombre cuyo origen ahora me parece oscuro, solo recuerdo que fue también el nombre del protagonista, un científico que descubrió la manera de viajar a la velocidad de la luz en una nave construida a prueba de daños y tripulada solo por el mismo. No requería a la NASA para su proyecto – nunca lo pensé pero tal vez construyó la nave de titanio  en el patio de su casa – y del financiamiento ni siquiera hubo mención.

Lo importante es que este aventurero espontáneo, fue tragado por un hoyo negro que lejos de hacerlo añicos, lo trasladó a un sistema solar paralelo al de la Tierra pero con una rotación en sentido contrario – es obvio ¿no? – cuyo principal problema era que su Sol comenzaba a extinguirse.

Esta historia con todo y sus amalgamas, podría haberse narrado como un cuento en 10 páginas ¡pero el concurso exigía 100 como mínimo!, razón por la cual tuve que imaginar o teclear al menos unas 90 páginas de historia que rellenaran a la principal.
Introducción del escrito original de Diamante Ajedrez

Mi audaz proyecto una vez enviado no recibió la atención del público que yo esperaba, porque nunca llegó al público. Tal vez el comité del concurso ni siquiera dejó que llegara a los revisores para evitarles la pena, cortando de tajo mis grandiosos ímpetus como escritor.

Y así Diamante Ajedrez pasó de ser la gran aventura al gran recuerdo sobre cuyas hojas se fueron acumulando años, entre los que de cuando en cuando se colaba el deseo de desempolvarla, editarla y publicarla por fin.

El 2º Concurso Literario de Autores Indie organizado por la Tienda Amazon fue la ocasión para despertar al durmiente, pero esa es una historia que dejaré para el siguiente post.

viernes, 15 de enero de 2016

SERIE - LIBRO DE NO FICCION: "Twitter para #escritores" de Jean Larser


Encontré este libro por una casualidad bastante afortunada, revisando  obras de otro tipo en Amazon. El título llamó mucho mi atención, lo cual me parece es el primero de muchos aciertos del autor.

Por una curiosidad del destino - el subconsciente dirán los freudianos y el karma muchos otros más – este libro llegó a mi vida o yo a la de él justo cuando lo necesitaba. Acababa de mover mi libro de haikús ‘Haikús y primeros intentos’ a la plataforma de Amazon, para tenerlo junto a la novela que publiqué para el 2º Concurso Literario de Autores Indie organizado por la Tienda Kindle de Amazon.

Me interesa promover lo que escribo, supongo que como a cualquier autor, novato, experimentado o muy consolidado y famoso. Pero el problema es que una cosa es escribir, o intentar hacerlo y otra muy distinta es que sepamos como dar a conocer lo que escribimos.

Se que para muchas personas, escritores o no Twitter y Facebook - encabezando la lista de innumerables redes sociales - son la antítesis de la cultura, el buen gusto y la comunicación inteligente. Creo que hay muchas razones válidas para tal aseveración.

Pero por otra parte, no es posible negar la validez de estas plataformas y mucho menos su eficacia como medios de comunicación. En lo personal, no me gusta el teléfono, me molesta sobremanera su impertinencia, independientemente de si el timbre es el clásico o la marimba del iphone, pasando por la abundante cohorte de sonidos estrambóticos en el medio. No obstante negar que el teléfono es útil sería injusto por decir lo menos.

Con todo, para mí Twitter no representaba al demonio, aunque mirándolo con cierta gracia después de leer el libro que ahora comento, tampoco se bien a quien representaba. Supongo que me movía por Twitter como lo hace la mayoría, picando aquí y allá, publicando algo chusco, después una reflexión que prentende ser profunda o un escarceo con la cultura mas o menos tieso. En definitiva, como con el Alka Seltzer, sabía que Twitter servía pero no sabía como.

Twitter para #escritores tiene la gracia de ser un libro muy preciso, muy ágil, sin información inservible. No hay grasa, cada página tiene un dato de interés y sobretodo una información que puede – y debe – aplicarse. La primera vez que lo leí me propuse hacerlo como lo hago con cualquier otro libro didáctico, de una vez y tratando de conocer toda su estructura para regresar en una segunda lectura a los detalles.

Ya en la primera lectura el texto de Jean Larser me había cambiado completamente la visión de Twitter, de una simple pasarela de frases telegráficas a un medio que podría emplearse como una herramienta muy profesional para difundir información.

Hizo que cambiara el perfil de mi cuenta, que conociera que existían las “listas” y que yo las podría crear y manipular a mi conveniencia. No me resultó sorprendente que me hablara de la importancia de tener un blog y de que el contenido es fundamental para crear una marca, pero si lo fue el hecho de que ese contenido se hiciera visible mediante una acción constante por comunicarse a través de Twitter.

Quizás en esa primera lectura el mayor cambio fue en el refinamiento de mi uso de Evernote como un recurso muy potente para almacenar y utilizar fuentes de información, y por supuesto el conocimiento – descubrimiento por mi parte – de Hootsuite, Buffer y Tweriod.

Puedo decir que el 40% de mi actividad como escritor desde que terminé la primera lectura de ese libro se centró en consolidar una disciplina de escribir mensajes en Twitter con los criterios lógicos que Jean Larser propone para utilizar las herramientas descritas en función de horarios de mayor audiencia, números de tweets por día, seguimiento a otros escritores o cuentas de interés, respuestas a quienes nos contactan, etc.

Mi actividad en Twitter ha representado un incremento sorprendente de tráfico a mi blog y creo que apenas estoy comenzando. Ahora he iniciado la segunda lectura de este libro e iré mucho mas lento pues no quiero perder el detalle para optimizar los resultados que con la primera conseguí.